La Avenida de la Paz


Las amigas y los amigos del Cronista de La Rambla ya se habrán percatado de que este blog está de descanso (es difícil, en los tiempos que corren, hablar, con propiedad, de unas buenas vacaciones). Mucha emoción, mucha vivencia acumulada, muchas inquietudes vertidas en esta treintena, bastante extensa ya, de crónicas escritas e ilustradas, con mejor o con peor acierto, a lo largo y a lo ancho de la más popular, la más conocida y las más universal de las vías barcelonesas. Al resguardo de Amics de La Rambla (Associació d’Amics, Veïns i Comerciants de la Rambla i la Plaça Catalunya) el único empeño que ha movido, mueve y moverá (el cronista mejor diría ‘ha conmovido, conmueve y conmoverá’, es lo suyo) a la existencia de este sitio web es aportar una mirada personal, y también, en cierta medida, periodística, a todo cuanto pueda acontecer  en ese 1’2 kilómetros de calzada barcelonesa y a su radio de acción que es, en definitiva, toda la Cuidad de los Prodigios. “El derecho de gozar de La Rambla --dejó dicho en la primera crónica de este blog Fermí Villar, el presidente de Amics-- es de todos los ciudadanos”.  La vocación de El Cronista de La Rambla, de haberla, pues, es ambiciosa. Contribuir, en la medida de lo posible, y aún más, a ese gran goce colectivo.

Aún  en tiempo de holganza, este cronista se ha puesto deberes. Ha abierto una cuenta de Instagram, la ha titulado ‘brazos_abiertos_en_la_rambla’ y ha escrito el siguiente perfil: “El Cronista de La Rambla te propone un homenaje. Comparte tu foto en #brazosabiertosenlarambla. Hagamos  todos, de La Rambla, la Avenida de la Paz”. Un grano de arena en la inmensa playa de la solidaridad (por encima de ideologías, credos y doctrinas) despertada en todas partes por el luctuoso suceso ocurrido hace un año y que, aquí y ahora, no habrá necesidad de enumerar (por, desgraciadamente, sobradamente conocido). El dolor es enorme, pero las ganas de superarlo algo mayores. Si por algo destaca la inmortal Rambla de Barcelona (y, en definitiva, los barceloneses) es por su capacidad de regeneración. La propuesta, modesta en sus posibilidades, ya está en el aire. Retratarse (sin distinción de raza, lugar de procedencia, ideología política o religión, evidentemente), en el corazón de BCN, con los brazos abiertos al mundo (con la particularidad de que no puede ser una selfie, con los brazos abiertos el retrato deberá de hacerlo, lógicamente, un amigo). ¿La invención de la sopa de ajo? Quizá sí. Pero La Rambla de Barcelona es un punto de encuentro universal y, en definitiva, la propuesta (que también empieza y acaba en si misma, ésa es la verdad) no es más que una minúscula aportación al nombre, al pasado, al futuro y al presente, de la, por definición propia,  Avenida de la Paz de Barcelona.

El blog de El Cronista de Barcelona emplaza, en fin, por fin, a sus amigas y amigos para el próximo mes de septiembre. Nuevos ánimos, renovadas fuerzas y las mismas inquietudes de siempre (nuevo formato y nuevos contenidos, también) para un nuevo curso esperanzador (el cronista pide mil disculpas por su tendencia, desinteresada, al melodrama). Lo importante, como dijo aquél, es vivir para contarlo, aunque, claro, para poder contarlo antes haya que vivirlo. Y, sin mayor dilación, ¡eso es to, eso es to, eso es todo, amigos!



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